Yo he visto a Juan Pablo Francia

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La pelota viaja imposible rechazada por un defensor, con destino incierto, condenada al césped de una cancha cualquiera. Un “bombazo”, un “globo”, el recurso defensivo más hostil y más urgente la pone en el cielo del estadio hasta que el viento no la resiste más y cae. Muere, con el peso del asombro que va a despertar su destino, baja y queda quieta. Como si nunca hubiese tenido vida, descansa en algún lugar del cuerpo del jugador que lleva en la espalda ese número diez tatuado por el fervor de la hinchada. La pelota, sin respiro, en el mismo movimiento que la acunó sigue su viaje y se convierte en un “cambio de frente” para el carrilero que se proyecta y queda a las puertas del área grande con posibilidad de gol.

Sólo después de estar ahí, perdido entre las gradas observándolo todo, puedo decir que he visto a Juan Pablo Francia.

El mismo que después de volver de temporadas en ligas de Europa, ascendió de la cuarta a la segunda división a un mismo club centenario que reclamaba su lugar en la historia. Un desconocido de las tapas de los diarios nacionales capaz de pensar la jugada cuando la pelota aún no salió de su potencial proveedor.

Ese mismo que una tarde hizo lamentar a un resignado espectador: “ese pibe tiene ojos en la espalda”.

Francia, el que cambió “stades” por canchas de gramilla, piedra y tierra sin dejar de hipnotizar del mismo modo la pelota.

Lo he visto hacer un gol de tiro libre casi desde mitad de cancha. Burlar por debajo  la barrera que se esforzaba por saltar tratando de frenar la inevitable caída de su arco. Y cuando pensé que había visto todo, lo vi convertir, cual un dios del Olimpo, pateando desde el córner en una cancha difícil, en partido de visitante.

Juan Pablo lo llamaban. “Juampi” coreó tantas veces la popular y la platea de Sportivo Belgrano. Aquel que acusan de ponerle sonido al asombro, justo en ese segundo y medio en que recibió una pelota custodiado por tres defensores rivales y fabricó la jugada imposible, la pared suficiente que lo dejó una vez más, una de tantas, de cara a su amor de siempre: el gol.

Ese muchacho que imaginaron en Paris, en Bordeaux o en Nantes y que festejó ascensos colgado en la “chata” de un camión municipal de una ciudad del interior, del interior de una provincia, del interior de un país.

Puedo decir, sin temor a que me acusen de mentiroso, que él la picó, que la metió en el ángulo, que la acomodó en un rincón superior del arco después de un sombrero hecho con “tres dedos”.

Tantas veces hizo el gol que faltaba. Minuto cuarenta. Partido cerrado, arquero rival figura, contragolpe y desesperación.

Tantas otras salió bendecido por la ovación. Minuto cuarenta. Partido liquidado.

Lo he visto. Y pude ver también a sus marcadores esperarlo, por respeto a la habilidad, por temor al ridículo. La pausa, ese rodeo nunca de más para limpiar una jugada resuelta en la baldosa de un campo de siete mil metros cuadrados.

Pensarán que puedo exagerar o tal vez equivocarme. Perdón por no expresar con claridad, se me hizo difícil describir tanta magia. Después de todo quizás usted pueda entender que soy de esos pocos. Después de todo comprenda por qué no me alcanzan las palabras para explicar que he visto jugar a Juan Pablo Francia.

*La fotografía fue tomada de «Prensa Club Sportivo Belgrano» (Fotógrafo José Venturuzzi)


2 respuestas a “Yo he visto a Juan Pablo Francia

  1. Lagrimas….. soy medio puchero y que! Pero soy de los afortunados que disfrutó ver a este artista, porque lo que hace no es fútbol, es arte. Es un descanso para la vista en el fútbol actual. Porque muchos se animan a decir «Es un jugador de primera» y otros muchos, tibiamente, lo comparan, y ponen a la par de jugadores como Juan Román Riquelme, si, y no están equivocados. Por suerte Sportivo, de la mano del «Gordo» creció, y como regalo para todos los amantes del fútbol Dios compartió la magia del 10 desde la TV. Como este clásico 10, quedan pocos, muy pocos, y disfrutarlo cada domingo no tiene precio. Envidia sana para aquellos nuevos hinchas que lo vayan a disfrutar desde cerca cada domingo… Yo, me quedo con lo vivido, con los recuerdos imborrables, de sus pases, de las bajadas y en el mismo movimiento esquivar al rival, de sus tiros libres, de los goles, el olímpico, la picada de «tres dedos», los cambios de frente, las bajas de pecho, las jugadas siempre adelantas en su cabeza, con cada pincelada de fútbol de este artista, porque orgulloso puedo decir, Yo también vi jugar a Juan Pablo Francia….

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